sábado, 17 de septiembre de 2016

LA ESPERANZA QUE NUNCA FUE

El 15 de marzo de 2009 marcó un antes y un después en la historia de la política salvadoreña, o al menos eso parecía.
Por primera vez en El Salvador, un partido político de izquierda llegaba al poder y lo hacía de la mano de un reconocido periodista: Mauricio Funes Cartagena.

Mauricio Funes, como se le conoce popularmente, en sus tiempos como comunicador ganó seguidores incondicionales gracias a su programa matutino de entrevistas, en el cual ponía contra las cuerdas a cualquier político que pasara por los cuestionamientos de su perspicaz personalidad.

Movido por esta popularidad, el partido político de la ex guerrilla salvadoreña Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, decidió apostar por el presentador como una carta ganadora para los comicios presidenciales de 2009.

La mayoría de ciudadanos (1.354.000 votaron por él, 66.7% del total de votos válidos) vio en Funes la esperanza de un cambio de rumbo para la pequeña nación centroamericana, abatida por el desempleo, la injusticia social, pero sobre todo por la delincuencia organizada, protagonizada por dos grandes pandillas: la Mara Salvatrucha y El Barrio 18, agrupaciones que sembraban el temor en cada rincón del país ya que lo dominaban casi por completo.

"Nace la esperanza, viene el cambio": fueron los pilares sobre los que se asentó la campaña de Mauricio Funes, sin embargo, esas ansias de cambio y esperanza que tenía el pueblo salvadoreño poco a poco se fueron desvaneciendo gracias a una conducta errática del nuevo presidente.

¿VIENE EL CAMBIO?
Es de destacar que su mandato (2009 – 20014) dejó notables políticas para combatir la pobreza, como subsidios y ayudas económicas a los menos favorecidos. La punta de lanza de estas medidas fue la alimentación a niños en escuelas públicas y proporcionarles uniformes y zapatos de forma gratuita.

Sin embargo, para muchos sectores de la sociedad salvadoreña, éstas no dejaron de ser medidas populistas ya que no contaban con una base sólida para mantenerlas en el tiempo, económicamente hablando.

En el sector de la salud se propusieron políticas para que fuera más accesible, como la supresión del pago de cuotas "voluntarias" para los pacientes que llegaban a hospitales o centros de atención primaria, también se construyeron hospitales. Sin embargo, el desabastecimiento de medicamentos siguió siendo un gran obstáculo en este tema.

La lucha por la equidad de género y asistencia a las mujeres también fueron de los puntos fuertes de su mandato. La instauración de una institución llamada Ciudad Mujer, que según la información que se puede encontrar en algunos portales web, ésta serviría para promover la autonomía económica de las mujeres a través de la participación laboral, facilitar la atención integral de la salud de las mujeres, con énfasis en la salud sexual y reproductiva, fortalecer las acciones de prevención de la violencia contra las mujeres y brindar atención infantil a los niños mientras sus madres hacen uso de los servicios.

Otro de los logros importantes durante su gobierno fue la modernización de la infraestructura vial del país. Uno de los ejemplos más emblemáticos es la finalización de una importante carretera llamada Diego de Holguín, la cual había quedado inconclusa debido al robo de dinero para su construcción que cometieron administraciones anteriores.

Sin embargo, a pesar de los temas antes mencionados, hay dos sectores que seguían estando pendientes de manera alarmante: el desempleo y la delincuencia organizada.
Aunque una de sus grandes promesas fue la creación de "La Fábrica de Empleos" que generaría unos 100,000 nuevos puestos de trabajo, ésta no pasó de ser un anunció mediático ya que no llegó a concretizarse. A día de hoy El Salvador sigue siendo el segundo país centroamericano con más alta tasa de desempleo, la que afecta principalmente a los jóvenes. 

JUGANDO CON LA ESPERANZA
En cuanto a la delincuencia organizada, el mayor dolor de cabeza del país en los últimos 15 años, Funes recurrió a una jugada propia de quien quiere salir al paso de una situación maquillándola pero no cambiándola, bien porque no quiere o no puede: La tregua entre las pandillas de la Mara Salvatrucha y el Barrio 18.

Durante los 5 años de su mandado, Funes y otros funcionarios de altos rangos siempre negaron que el Gobierno haya negociado directamente con la pandillas, aunque para casi toda la población era evidente que habían favores para con las pandillas que sólo se podían cumplir a nivel estatal, lo que se confirmaría tiempo después.

Hasta entonces El Salvador contaba una tasa de homicidios propia de un país en guerra, 15 muertes diarias era una cifra sumamente alta para un país de apenas 6 millones de personas.

Consciente que las pandillas tenían un poder de proporciones incalculables, el gobierno de Mauricio Funes, a través de otras personas, decidió pactar con ellas para que "dejaran de matar".

Es así como de un día para otro se pasó de 15 muertes diarias a 5, según decían los orgullosos representantes de las instituciones de seguridad ciudadana.

Pero las pandillas no pactarían con el Gobierno sin tener nada a cambio, una de las principales exigencia fue que sus cabecillas encarcelados en el centro penitenciario de alta seguridad conocida como Zacatraz fueran trasladados a cárceles de reos comunes, así como beneficios económicos para sus familias. (Zacatraz está ubicada a las afueras de la ciudad de Zacatecoluca, de ahí su sobrenombre, haciendo alusión al nombre del municipio y a la famosa cárcel estadounidense de Alcatraz).

Las fiestas en las cárceles se volvieron comunes mientras duró la tregua, los pandilleros encarcelados tenían acceso a prostitutas, música en vivo, comida, teléfonos, etc., todo pagado por el Gobierno.

Sin embargo, a pesar de la tregua, poco a poco los homicidios empezaron a subir otra vez, las pandillas se reestructuraron, consiguieron armas de grueso calibre y se fortalecieron como nunca antes lo habían hecho, el país volvió a caer en una vorágine de dolor y sangre, los homicidios pasaron de 15 a casi 20 diarios.

ESTRELLA DE LA TELEVISION
A pesar que  Mauricio Funes promulgaba su interés por los menos favorecidos, había una fuerte contradicción entre lo que decía y la ostentosa vida que empezó a llevar.

Para muchos quedó en evidencia que las debilidades del presidente eran los lujos y las mujeres, originando que, quizá haciendo honor a su pasado en la televisión, los rumores sobre su vida fueran comidilla para algunos medios, como si se tratase de un personaje de la farándula.

Su ostentosa vida pasó de ser un secreto a voces a ser una realidad y esa debilidad por las mujeres pronto sería corroborada a tal punto que el divorcio con su esposa y Primera Dama de la República de origen brasileño Vanda Pignato, se concretizó.

REGRESO AL INFIERNO
Cuando su mandato terminó en 2014 y después de destapar un grueso caso de corrupción de un de los presidentes que le antecedió (Francisco Flores 1999-2004), Funes pasó un tiempo en el anonimato hasta que se conoció que sobre él pesaba una investigación sobre enriquecimiento ilícito y lavado de dinero, su paso por los juzgados fue una noticia de importancia nacional ya que a día de hoy no ha podido justificar de dónde obtuvo principalmente $600,000 en transacciones personales.

Alegando que este proceso no es más que una persecución política por parte de la derecha salvadoreña en venganza por haber descubierto el caso de corrupción del expresidente Flores, el pasado 6 de septiembre se hizo oficial el asilo político concedido por la República de Nicaragua, aun cuando días antes él había negado rotundamente que lo estuviera solicitando.

Así es que mientras Funes sigue defendiendo su ya cuestionada inocencia a través de dudosas declaraciones, El Salvador atraviesa uno de sus momentos más difíciles desde que finalizó la guerra civil en 1992.

El desempleo, el accionar de las pandillas que controlan extensos territorios del país a base de extorsiones y sangre, casos de corrupción en las instituciones estatales, despilfarro de dinero público, evasión fiscal, miles de salvadoreños emigrando a otros países por miedo a las pandillas, pone en evidencia que El Salvador poco o nada cambió de la mano de Mauricio Funes Cartagena, aquel carismático periodista que por un momento pareció ser la esperanza de todo un país pero no lo fue.


(Con informaciones de periodistas salvadoreños y algunos  medios como El Faro, La Página, Diario El Mundo, Diario de Hoy, La Prensa Gráfica, Diario Co Latino, BBC de Londres, página oficial del Banco Mundial, Canal 19 de Nicaragua, entre otros.)