El 15 de marzo de 2009 marcó un
antes y un después en la historia de la política salvadoreña, o al menos eso
parecía.
Por primera vez en El Salvador,
un partido político de izquierda llegaba al poder y lo hacía de la mano de un reconocido
periodista: Mauricio Funes Cartagena.
Mauricio Funes, como se le conoce
popularmente, en sus tiempos como comunicador ganó seguidores incondicionales
gracias a su programa matutino de entrevistas, en el cual ponía contra las
cuerdas a cualquier político que pasara por los cuestionamientos de su
perspicaz personalidad.
Movido por esta popularidad, el
partido político de la ex guerrilla salvadoreña Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional, FMLN, decidió apostar por el presentador como una carta
ganadora para los comicios presidenciales de 2009.
La mayoría de ciudadanos (1.354.000 votaron
por él, 66.7% del total de votos válidos) vio en
Funes la esperanza de un cambio de rumbo para la pequeña nación
centroamericana, abatida por el desempleo, la injusticia social, pero sobre
todo por la delincuencia organizada, protagonizada por dos grandes pandillas:
la Mara Salvatrucha y El Barrio 18, agrupaciones que sembraban el temor en cada
rincón del país ya que lo dominaban casi por completo.
"Nace la esperanza, viene el
cambio": fueron los pilares sobre los que se asentó la campaña de Mauricio
Funes, sin embargo, esas ansias de cambio y esperanza que tenía el pueblo
salvadoreño poco a poco se fueron desvaneciendo gracias a una conducta errática
del nuevo presidente.
¿VIENE EL CAMBIO?
Es de destacar que su mandato
(2009 – 20014) dejó notables políticas para combatir la pobreza, como subsidios
y ayudas económicas a los menos favorecidos. La punta de lanza de estas medidas
fue la alimentación a niños en escuelas públicas y proporcionarles uniformes y
zapatos de forma gratuita.
Sin embargo, para muchos sectores
de la sociedad salvadoreña, éstas no dejaron de ser medidas populistas ya que
no contaban con una base sólida para mantenerlas en el tiempo, económicamente
hablando.
En el sector de la salud se
propusieron políticas para que fuera más accesible, como la supresión del pago
de cuotas "voluntarias" para los pacientes que llegaban a hospitales
o centros de atención primaria, también se construyeron hospitales. Sin
embargo, el desabastecimiento de medicamentos siguió siendo un gran obstáculo
en este tema.
La lucha por la equidad de género
y asistencia a las mujeres también fueron de los puntos fuertes de su mandato.
La instauración de una institución llamada Ciudad Mujer, que según la
información que se puede encontrar en algunos portales web, ésta serviría para promover
la autonomía económica de las mujeres a través de la participación laboral,
facilitar la atención integral de la salud de las mujeres, con
énfasis en la salud sexual y reproductiva, fortalecer las acciones de
prevención de la violencia
contra las mujeres y brindar atención infantil a los niños mientras
sus madres hacen uso de los servicios.
Otro de los logros importantes
durante su gobierno fue la modernización de la infraestructura vial del país.
Uno de los ejemplos más emblemáticos es la finalización de una importante
carretera llamada Diego de Holguín, la cual había quedado inconclusa debido al
robo de dinero para su construcción que cometieron administraciones anteriores.
Sin embargo, a pesar de los temas
antes mencionados, hay dos sectores que seguían estando pendientes de manera
alarmante: el desempleo y la delincuencia organizada.
Aunque una de sus grandes
promesas fue la creación de "La Fábrica de Empleos" que generaría
unos 100,000 nuevos puestos de trabajo, ésta no pasó de ser un anunció
mediático ya que no llegó a concretizarse. A día de hoy El Salvador sigue
siendo el segundo país centroamericano con más alta tasa de desempleo, la que
afecta principalmente a los jóvenes.
JUGANDO CON LA ESPERANZA
En cuanto a la delincuencia
organizada, el mayor dolor de cabeza del país en los últimos 15 años, Funes
recurrió a una jugada propia de quien quiere salir al paso de una situación
maquillándola pero no cambiándola, bien porque no quiere o no puede: La tregua
entre las pandillas de la Mara Salvatrucha y el Barrio 18.
Durante los 5 años de su mandado,
Funes y otros funcionarios de altos rangos siempre negaron que el Gobierno haya
negociado directamente con la pandillas, aunque para casi toda la población era
evidente que habían favores para con las pandillas que sólo se podían cumplir a
nivel estatal, lo que se confirmaría tiempo después.
Hasta entonces El Salvador
contaba una tasa de homicidios propia de un país en guerra, 15 muertes diarias
era una cifra sumamente alta para un país de apenas 6 millones de personas.
Consciente que las pandillas
tenían un poder de proporciones incalculables, el gobierno de Mauricio Funes, a
través de otras personas, decidió pactar con ellas para que "dejaran de
matar".
Es así como de un día para otro
se pasó de 15 muertes diarias a 5, según decían los orgullosos representantes
de las instituciones de seguridad ciudadana.
Pero las pandillas no pactarían
con el Gobierno sin tener nada a cambio, una de las principales exigencia fue
que sus cabecillas encarcelados en el centro penitenciario de alta seguridad
conocida como Zacatraz fueran trasladados a cárceles de reos comunes, así como
beneficios económicos para sus familias. (Zacatraz está ubicada a las afueras
de la ciudad de Zacatecoluca, de ahí su sobrenombre, haciendo alusión al nombre
del municipio y a la famosa cárcel estadounidense de Alcatraz).
Las fiestas en las cárceles se
volvieron comunes mientras duró la tregua, los pandilleros encarcelados tenían
acceso a prostitutas, música en vivo, comida, teléfonos, etc., todo pagado por
el Gobierno.
Sin embargo, a pesar de la
tregua, poco a poco los homicidios empezaron a subir otra vez, las pandillas se
reestructuraron, consiguieron armas de grueso calibre y se fortalecieron como
nunca antes lo habían hecho, el país volvió a caer en una vorágine de dolor y
sangre, los homicidios pasaron de 15 a casi 20 diarios.
ESTRELLA DE LA TELEVISION
A pesar que Mauricio Funes promulgaba su interés por los
menos favorecidos, había una fuerte contradicción entre lo que decía y la
ostentosa vida que empezó a llevar.
Para muchos quedó en evidencia
que las debilidades del presidente eran los lujos y las mujeres, originando
que, quizá haciendo honor a su pasado en la televisión, los rumores sobre su
vida fueran comidilla para algunos medios, como si se tratase de un personaje
de la farándula.
Su ostentosa vida pasó de ser un
secreto a voces a ser una realidad y esa debilidad por las mujeres pronto sería
corroborada a tal punto que el divorcio con su esposa y Primera Dama de la
República de origen brasileño Vanda Pignato, se concretizó.
REGRESO AL INFIERNO
Cuando su mandato terminó en 2014
y después de destapar un grueso caso de corrupción de un de los presidentes que
le antecedió (Francisco Flores 1999-2004), Funes pasó un tiempo en el anonimato
hasta que se conoció que sobre él pesaba una investigación sobre
enriquecimiento ilícito y lavado de dinero, su paso por los juzgados fue una
noticia de importancia nacional ya que a día de hoy no ha podido justificar de
dónde obtuvo principalmente $600,000 en transacciones personales.
Alegando que este proceso no es
más que una persecución política por parte de la derecha salvadoreña en
venganza por haber descubierto el caso de corrupción del expresidente Flores,
el pasado 6 de septiembre se hizo oficial el asilo político concedido por la
República de Nicaragua, aun cuando días antes él había negado rotundamente que
lo estuviera solicitando.
Así es que mientras Funes sigue
defendiendo su ya cuestionada inocencia a través de dudosas declaraciones, El
Salvador atraviesa uno de sus momentos más difíciles desde que finalizó la
guerra civil en 1992.
El desempleo, el accionar de las
pandillas que controlan extensos territorios del país a base de extorsiones y
sangre, casos de corrupción en las instituciones estatales, despilfarro de
dinero público, evasión fiscal, miles de salvadoreños emigrando a otros países
por miedo a las pandillas, pone en evidencia que El Salvador poco o nada cambió
de la mano de Mauricio Funes Cartagena, aquel carismático periodista que por un
momento pareció ser la esperanza de todo un país pero no lo fue.
(Con informaciones de periodistas
salvadoreños y algunos medios como El
Faro, La Página, Diario El Mundo, Diario de Hoy, La Prensa Gráfica, Diario Co
Latino, BBC de Londres, página oficial del Banco Mundial, Canal 19 de
Nicaragua, entre otros.)